He
observado a lo largo de mi corta vida, que una de las cosas más fáciles para
los seres humanos es juzgar; y créeme, somos muy buenos para ello. Pero no solo
juzgamos, por lo general luego del juicio viene la sentencia, y esta suele ser
siempre: ¡Culpable!
Es difícil, por no decir imposible; que alguien sea absuelto de nuestro juicio, incluso nosotros mismos.
Alguien dijo una vez: “Es fácil culparte a ti mismo, pero es más fácil culpar a los demás”.
Sí,
culpar a los demás por ser lo que eres, y por lo que no eres; por lo que tienes
y lo que no tienes; por tus fracasos y todo aquello que no has logrado. Tu
país, el gobierno, la educación, tus padres, tus hijos, inclusive tú. Todos son
culpables.
Deja
ya de culpar a los demás por todo, incluso por aquello en lo que tú mismo
erraste. Es tiempo de perdonar.
Perdona
a tu país. Te guste o no naciste allí y hay más de una persona que hizo grandes
cosas por él, en él y fuera de él.
Perdona
a tu gobierno. Porque es dirigido por seres humanos imperfectos, como tú o como
yo; que cedieron al poder, avaricia y corrupción.
Perdona
la educación. Aunque no lo creas tienes más educación que millones de personas
en el mundo.
Perdona
la economía. Todos en algún momento han pasado por crisis, pero la gran mayoría
se ha vuelto a levantar. En tiempo de crisis es donde nacen los verdaderos
héroes.
Perdona
a tus padres. Ellos hicieron lo mejor por ti, te entregaron todo cuanto
pudieron aunque a ti ahora te parezca poco. Tomaron decisiones equivocadas que
tal vez te afectaron, ¿Y qué padre no hizo eso? Perdónalos, porque seguro estoy
que solo quisieron hacer lo mejor para ti. No olvides que hagas lo que hagas,
digas lo que digas y pienses lo que pienses, llevas su sangre. Ellos serán
siempre tus padres.
Perdona
a tus hijos. Ellos no pidieron venir al mundo y sea que los planearas o no,
están aquí contigo. Tu decisión de tenerlos quizá te llevo a posponer tus metas
y sueños, pero ellos no son los culpables. Perdónalos porque los hijos deben
ser siempre una bendición.
Perdónate
a ti mismo. Deja de culparte por no aprovechar las oportunidades que tuviste en
la vida. Deja de culparte por no aprovechar el tiempo. Deja de culparte por
todo que pudiste hacer y no hiciste.
Perdona
y perdónate, ¡te lo mereces!
El
rencor no te conduce a nada, no te permite vivir tranquilo y mucho menos avanzar.
Vive plenamente, recuerda que mientras hay vida hay esperanza.
Ahora
es tiempo de comenzar o recomenzar los sueños, metas y propósitos que quizá
dejaste de lado por culpar a alguien o culparte a ti mismo. Perdona, y siéntete
perdonado. Es hora de seguir adelante.
Trascender
es vivir, perdonar y olvidar.