martes, 29 de julio de 2014

Culpa, culpa y más culpa



He observado a lo largo de mi corta vida, que una de las cosas más fáciles para los seres humanos es juzgar; y créeme, somos muy buenos para ello. Pero no solo juzgamos, por lo general luego del juicio viene la sentencia, y esta suele ser siempre: ¡Culpable!

Es difícil, por no decir imposible; que alguien sea absuelto de nuestro juicio, incluso nosotros mismos.


Alguien dijo una vez: “Es fácil culparte a ti mismo, pero es más fácil culpar a los demás”.
Sí, culpar a los demás por ser lo que eres, y por lo que no eres; por lo que tienes y lo que no tienes; por tus fracasos y todo aquello que no has logrado. Tu país, el gobierno, la educación, tus padres, tus hijos, inclusive tú. Todos son culpables.

Deja ya de culpar a los demás por todo, incluso por aquello en lo que tú mismo erraste. Es tiempo de perdonar.
Perdona a tu país. Te guste o no naciste allí y hay más de una persona que hizo grandes cosas por él, en él y fuera de él.
Perdona a tu gobierno. Porque es dirigido por seres humanos imperfectos, como tú o como yo; que cedieron al poder, avaricia y corrupción.
Perdona la educación. Aunque no lo creas tienes más educación que millones de personas en el mundo.
Perdona la economía. Todos en algún momento han pasado por crisis, pero la gran mayoría se ha vuelto a levantar. En tiempo de crisis es donde nacen los verdaderos héroes.
Perdona a tus padres. Ellos hicieron lo mejor por ti, te entregaron todo cuanto pudieron aunque a ti ahora te parezca poco. Tomaron decisiones equivocadas que tal vez te afectaron, ¿Y qué padre no hizo eso? Perdónalos, porque seguro estoy que solo quisieron hacer lo mejor para ti. No olvides que hagas lo que hagas, digas lo que digas y pienses lo que pienses, llevas su sangre. Ellos serán siempre tus padres.
Perdona a tus hijos. Ellos no pidieron venir al mundo y sea que los planearas o no, están aquí contigo. Tu decisión de tenerlos quizá te llevo a posponer tus metas y sueños, pero ellos no son los culpables. Perdónalos porque los hijos deben ser siempre una bendición.
Perdónate a ti mismo. Deja de culparte por no aprovechar las oportunidades que tuviste en la vida. Deja de culparte por no aprovechar el tiempo. Deja de culparte por todo que pudiste hacer y no hiciste.
Perdona y perdónate, ¡te lo mereces!

El rencor no te conduce a nada, no te permite vivir tranquilo y mucho menos avanzar. Vive plenamente, recuerda que mientras hay vida hay esperanza.

Ahora es tiempo de comenzar o recomenzar los sueños, metas y propósitos que quizá dejaste de lado por culpar a alguien o culparte a ti mismo. Perdona, y siéntete perdonado. Es hora de seguir adelante.

Trascender es vivir, perdonar y olvidar.



lunes, 21 de julio de 2014

El valioso tiempo de los maduros

A nivel personal creo que el segundo tesoro más grande que tenemos los seres humanos después de la vida, es el tiempo. Se ha dicho y escrito mucho sobre él. Se nos recuerda casi a diario por medio de dichos, consejos, anuncios publicitarios y redes sociales lo valioso que es y lo bien que hay que administrarlo.

Algunos años atrás leí a cerca de "el tiempo", lo que ahora quiero compartir contigo. Luego de leer, espero reflexiones en la manera de cómo lo has administrado hasta ahora.

"El valioso tiempo de los maduros"


"Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora…

Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.

Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamento internos, sabiendo que no se va a lograr nada.



Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.

Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades. No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.


No tolero a maniobreros y ventajosos. Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.

Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.

Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos. Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.

Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…

Sin muchas golosinas en el paquete…. Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reír, de sus errores. Que no se envanezca, con sus triunfos. Que no se considere electa, antes de la hora. Que no huya, de sus responsabilidades. Que defienda, la dignidad humana. Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.

Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena. Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…

Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.

Sí… tengo prisa… por vivir con intensidad, que sólo la madurez puede dar. Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan… Estoy seguro que serán más exquisitas, que las que hasta ahora he comido.

Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.

Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás…"


Mário Raul de Morais Andrade (Octubre 1893 - Febrero 1945)
Poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño.



martes, 15 de julio de 2014

¡Dejar de Crecer!



¿Paradójico, no? Que alguien te pida que dejes de crecer.  Humanamente no puede hacerse, aunque a veces quisieras evitarlo, además, el crecer es lo que todos quieren.

Recuerdo que de pequeño uno de mis anhelos era crecer, creo que a ti te sucedió lo mismo; o al menos eso pienso.


Crecer, crecer, crecer. Crecer para realizar aquello que por tu edad o por tu estatura no lograbas.

Cuando tenías unos ocho años deseabas tener trece, para poder realizar así todas las actividades de un adolescente. Al llegar a los trece, no tenías mucho que hacer o no era tan divertido como imaginaste. Luego soñabas con tener dieciocho y lograr así la mayoría de edad, símbolo de madurez e independencia; o al menos eso pensaste. Llegaron los anhelados dieciocho y nada de lo planeado sucedió, lo esperado no llegó. Pensaste entonces, al tener veinticuatro será todo diferente: y como podrás recordar, no sucedió nada especial. Ahora, ya un poco mayor te das cuenta que te la pasaste queriendo crecer y olvidaste disfrutar al máximo cada etapa de tu vida.

Tal vez tú al igual que yo, nos sonreímos al recordar esa época maravillosa donde las únicas preocupaciones eran: tus calificaciones, comer, dormir, jugar y divertirte con tus amigos; esos recuerdos que nos arrancan suspiros.

¿Cuándo perdimos la inocencia?, ¿Cuándo dejamos de soñar?, ¿Cuándo dejamos de creer?, ¿Cuándo la vida dejó de ser divertida? Cuando nuestros problemas y preocupaciones ocuparon gran parte de nuestra vida,  cuando dejamos de vivir el “Hoy” por querer vivir el “Mañana”.

Ahora te propongo, ¡Deja de Crecer!. No me malinterpretes, crece en triunfos, crece en conocimiento, crece en paciencia, crece en sabiduría, crece en familia, crece en títulos, crece en bienes y posesiones, crece todo lo que quieras; pero no olvides vivir plenamente, disfrutar al máximo, compartir con tus seres queridos, aprovecha cada momento que tengas HOY.

Deja de crecer pensando en el futuro, pronto llegará. Pero recuerda que éste depende de cómo vivas tu presente.

Trascender es aprender a vivir hoy, trascender es vivir AHORA.