Parece que fue ayer cuando era empleado de una prestigiosa empresa. Tenía aproximadamente cuatro años de trabajar en dicha empresa y casi dos en una misma área. Se nos comunicó de una plaza vacante para jefatura, obviamente era mucho mejor que la plaza que teníamos. Mis compañeros y yo iniciamos los tramites para poder aplicar a dicha plaza.
Luego de algunas pruebas y exámenes publicaron los resultados. Para mi sorpresa, le dieron la plaza de Jefatura a uno de mis colegas, lo cual me molestó y me molestó en serio. Me dirigí a la oficina de mi jefe con gran ímpetu, dispuesto a desplegar todo mi conocimiento y utilizar mis mejores argumentos para refutar la decisión que se había tomado. Recuerdo que cuando estuve frente a él lo único que pude preguntar fue: ¿Por qué no yo? Trató de explicarme, de hacerme entrar en razón; pero soy sincero al decir que estaba cegado por la ira y ni la más clara explicación aplacaría mi molestia por lo sucedido.
A mi me sucedió en el trabajo. Quizá a ti también te sucedió en tu empleo, en tu lugar de estudio, con tu familia, con tus amigos o en otro lugar y en diferentes circunstancias. Pero realizaste la misma pregunta: ¿Por qué no yo? Seguro te preguntaste esto al sentirte no solo con más antigüedad en un lugar, sino al sentirte más capaz, con más conocimiento, con mayor iniciativa y sobre todo al sentir que lo merecías.
Por experiencia propia te digo: Nada de esto funciona. Y creo que más de alguna vez lo habrás experimentado. En realidad no importa que tan capacitado creas que estés y mucho menos que tanto creas merecer. Lo que realmente importa es si en verdad estás capacitado, si en verdad has mostrado aptitudes para un ascenso y si en verdad te lo mereces.
Al salir de la oficina de mi jefe, llegué a mi escritorio un tanto decepcionado. Al revisar mi cuenta de correo, tenía un correo de parte de mi jefe, en realidad no sabía si leerlo o no. Luego de meditar un poco decidí abrir el correo, y leí la historia que ahora te comparto. Fue entonces que comprendí lo que realmente había sucedido. Me disculpé con mi jefe y a partir de ese momento comencé a realizar mejor mi trabajo y a dar aún más de lo que se me pedía.
La historia que leí es esta:
“Alex trabajaba en una empresa hacía dos años. Era muy serio, dedicado y cumplido con sus obligaciones. Llegaba muy puntual, y estaba orgulloso de no haber recibido nunca ni una amonestación. Cierto día, buscó al gerente para hacerle una petición:
- Señor, trabajo en la empresa desde hace dos años con bastante esmero y estoy a gusto con mi puesto, pero siento que he sido dejado de lado. Mire, Juan ingresó en un puesto igual al mío hace sólo seis meses, y ya ha sido promovido a supervisor.
- ¡Ya veo!, contesto el gerente. Y mostrando cierta preocupación, le dijo:
- Mientras resolvemos esto, quisiera me ayudes a resolver un problema. Quiero dar frutas luego del almuerzo de hoy. Por favor, averigua si en la tienda de enfrente tienen frutas frescas.
Alex se esmeró en cumplir con el encargo, y a los cinco minutos estaba de vuelta.
- Bien, ¿qué averiguaste?
- Señor, tienen naranjas a la venta.
- Y, ¿cuanto cuestan?
- ¡Ah!, no pregunté.
- Bien. ¿Viste si tenían suficientes naranjas para todo el personal?
- Tampoco pregunté eso.
- ¿Hay alguna fruta que pueda sustituir a la naranja?
- No lo sé señor, pero creo…
- Bueno, siéntate un momento.
El gerente tomó el teléfono e hizo llamar a Juan. Cuando se presentó, le dio las mismas instrucciones que a Alex, y a los diez minutos estaba de vuelta. El gerente le preguntó:
- Bien Juan, ¿qué noticias me tienes?
- Señor, serían naranjas las suficientes para atender a todo el personal y si prefiere tienen bananos, papayas, melones o mangos. La naranja esta a $1,50 la libra; el banano a $2,20; el mango $2,30; la papaya y el melón a $1,80 la libra.
- Me dicen que si la compramos por cantidades nos dan un descuento del 10%. Dejé separadas las naranjas, pero si usted escoge otra fruta, debo regresar para confirmar el pedido.
- Muchas gracias, Juan. Espera un momento. Entonces se dirigió a Alex, que seguía allí:
- Alex, ¿qué me decías?
- Nada señor... Mmm eso es todo. Con su permiso…”
Trascender es dar lo mejor de ti, en todo momento y en todo lugar.
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