martes, 26 de agosto de 2014

La Tuerca de Dios




Sé que algunos pilotos estarán familiarizados con este concepto, y créeme, no tiene nada que ver  con Dios y sí mucho que ver contigo.

Hace un par de años asistí a una exposición de la Fuerza Aérea en la cual encontré todo lo que a aviación se refiere. Observé simuladores de vuelo, armamento de aviones y helicópteros, armamento pesado para derribar helicópteros o aviones y una maqueta del aeropuerto, entre otras cosas.

Como soy un poco curioso cuando de aprender se trata, me acerque a todas y cada una de las exposiciones. Por supuesto que en la gran mayoría hice preguntas. A Fuerza de ser sincero, una de las exposiciones menos llamativas que había era de un helicóptero a escala. Pero aun así me acerque e hice algunas preguntas. Para mi sorpresa, fue una de las explicaciones que más me gustó de todas las exposiciones que pude ver ese día.

Una de las cosas que más captó mi atención fue la explicación de la “tuerca de Dios”.
Una tuerca como cualquier otra tuerca, pero, ¿qué la hace tan especial?, ¿por qué alguien la llamaría así? Pregunté.

Resulta que esa pequeña tuerca asegura el rotor al mástil del helicóptero, sin ésta el rotor estaría libre y nada lo sujetaría. En pocas palabras, esta pequeña tuerca es la que sujeta la hélice al armazón del helicóptero. Imagínate lo que sucedería si falla, es una pieza muy importante. Y he ahí porque le llaman “tuerca de Dios”.

No importa que tan pequeña o insignificante parezca esa tuerca, es de suma importancia para el correcto funcionamiento del helicóptero. Al igual que el lugar que ocupas en este mundo es muy importante. Sé que algunas veces no lo parece y crees que lo que haces es demasiado pequeño o quizá pienses que a nadie le importa. Pues déjame decirte que no es así. Lo que haces y el lugar que ocupas es parte de algo más grande, observa bien a tu alrededor y te darás cuenta que sin lo que tú haces, la tarea no se podría completar. Ya sea en tu trabajo, tu universidad, tu colegio, tu familia, tus amigos, donde sea.

No importa que tan pequeño o insignificante te parezca, o a los demás. El lugar que ocupas y lo que haces es importante.

No subestimes el trabajo pequeño, puestos pequeños, cargos pequeños, tareas pequeñas, etc. Aunque no lo parezca son parte de algo más grande.

No te subestimes. Lo que haces y lo que eres es realmente importante. Observa tu contorno, y cuando pienses que lo que haces es muy pequeño, recuerda la “tuerca de Dios”.

Ten en cuenta: “Si te crees demasiado grande para las cosas pequeñas, es que quizá eres demasiado pequeño para las cosas grandes...”

Trascender es ser indispensable, en cada cosa que haces.


  

martes, 19 de agosto de 2014

Cosas pequeñas hacen grandes cosas



Desde siempre escuché la frase: “cuando sea grande quiero ser…” o “¿Qué quieres ser cuándo seas grande?”. Obvio, esta afirmación o pregunta se refieren no solo a la edad sino también a la estatura pero, a parte de tu edad cronológica o tu estatura, ¿Cómo sabes qué eres grande? O mejor dicho, ¿Cómo llegas a ser grande?

Sin duda alguna todos buscamos dejar un legado en este mundo, hacer algo grande, que reconozcan nuestro nombre, que el mundo sepa quiénes somos y qué es lo que hicimos. Buscamos trascender.

Pero aún no respondemos la pregunta, ¿Cómo llegas a ser grande? Cómo todos anhelamos llegar a ser grandes en la historia, generalmente buscamos cosas grandes que hacer. No digo que esto tenga algo de malo, si puedes, hazlo. Pero la mejor forma de llegar a ser grandes es iniciar con las cosas pequeñas. A esto surge una nueva pregunta ¿Cómo llego a ser grande haciendo cosas pequeñas? Pues aunque no lo creas los grandes hombres y mujeres que han marcado la historia de la humanidad iniciaron haciendo cosas pequeñas.

Solo por mencionar algunos ejemplos: Thomas Alva Edison, a quien su maestra de primaria llamó “estúpido” porque tenía problemas de aprendizaje. Walt Disney, despedido de un periódico por falta imaginación y por no tener ideas originales. Abraham Lincoln, fracasó dos veces en los negocios, sufría crisis nerviosa y perdió ocho veces las elecciones. Michael Jordan, expulsado del equipo de baloncesto de la secundaria porque no era bueno para ese deporte.

Todos iniciaron haciendo cosas pequeñas, una a la vez, perseverando hasta llegar a ser los grandes hombres de la historia que ahora todos recordamos. 

Si quieres ser un escritor, inicia escribiendo un pequeño poema o unas cuantas líneas de tus ideas. No tienes que iniciar escribiendo un libro. Éste llegará, si continuas escribiendo una línea a la vez. Si quieres ser un gran atleta, inicia practicando cada día la rutina más sencilla de la disciplina en la que quieres destacar. Quien sabe, quizá tú seas el próximo seleccionado olímpico. Si quieres ser un gran músico o cantante, inicia practicando el instrumento de tu elección o vocalizando poco a poco, pronto llegaras a deleitar a los demás con tu música. Si quieres emprender tu propio negocio, inicia comercializando con cosas pequeñas. Hasta que veas establecida tu empresa. Si quieres realizar un viaje por el mundo, inicia guardando un dólar cada día, al cabo de algún tiempo me enviarás una postal de uno de los lugares más impresionante del mundo. 

Haz lo mejor que puedas con lo que tienes, no menosprecies las cosas pequeñas que vengan a tu mano para hacer, ¡hazlas! Pon todo tu empeño en ello. Recuerda que el camino hacia el éxito inicia con el primer paso. Da ese pequeño paso que te hará llegar a lugares grandes.

Como dijese Vincent Van Gogh: “Las grandes cosas se hacen por una serie de pequeñas cosas reunidas juntas”


Trascender es volver lo ordinario en extraordinario.



lunes, 11 de agosto de 2014

¿Por qué no yo?



Parece que fue ayer cuando era empleado de una prestigiosa empresa. Tenía aproximadamente cuatro años de trabajar en dicha empresa y casi dos en una misma área. Se nos comunicó de una plaza vacante para jefatura, obviamente era mucho mejor que la plaza que teníamos. Mis compañeros y yo iniciamos los tramites para poder aplicar a dicha plaza.


Luego de algunas pruebas y exámenes publicaron los resultados. Para mi sorpresa, le dieron la plaza de Jefatura a uno de mis colegas, lo cual me molestó y me molestó en serio. Me dirigí a la oficina de mi jefe con gran ímpetu, dispuesto a desplegar todo mi conocimiento y utilizar mis mejores argumentos para refutar la decisión que se había tomado. Recuerdo que cuando estuve frente a él lo único que pude preguntar fue: ¿Por qué no yo? Trató de explicarme, de hacerme entrar en razón; pero soy sincero al decir que estaba cegado por la ira y ni la más clara explicación aplacaría mi molestia por lo sucedido.

A mi me sucedió en el trabajo. Quizá a ti también te sucedió en tu empleo, en tu lugar de estudio, con tu familia, con tus amigos o en otro lugar y en diferentes circunstancias. Pero realizaste la misma pregunta: ¿Por qué no yo? Seguro te preguntaste esto al sentirte no solo con más antigüedad en un lugar, sino al sentirte más capaz, con más conocimiento, con mayor iniciativa y sobre todo al sentir que lo merecías.

Por experiencia propia te digo: Nada de esto funciona. Y creo que más de alguna vez lo habrás experimentado. En realidad no importa que tan capacitado creas que estés y mucho menos que tanto creas merecer. Lo que realmente importa es si en verdad estás capacitado, si en verdad has mostrado aptitudes para un ascenso y si en verdad te lo mereces.

Al salir de la oficina de mi jefe, llegué a mi escritorio un tanto decepcionado. Al revisar mi cuenta de correo, tenía un correo de parte de mi jefe, en realidad no sabía si leerlo o no. Luego de meditar un poco decidí abrir el correo, y leí la historia que ahora te comparto. Fue entonces que comprendí lo que realmente había sucedido. Me disculpé con mi jefe y a partir de ese momento comencé a realizar mejor mi trabajo y a dar aún más de lo que se me pedía.

La historia que leí es esta:

“Alex trabajaba en una empresa hacía dos años. Era muy serio, dedicado y cumplido con sus obligaciones. Llegaba muy puntual, y estaba orgulloso de no haber recibido nunca ni una amonestación. Cierto día, buscó al gerente para hacerle una petición:

- Señor, trabajo en la empresa desde hace dos años con bastante esmero y estoy a gusto con mi puesto, pero siento que he sido dejado de lado. Mire, Juan ingresó en un puesto igual al mío hace sólo seis meses, y ya ha sido promovido a supervisor.

- ¡Ya veo!, contesto el gerente. Y mostrando cierta preocupación, le dijo:

- Mientras resolvemos esto, quisiera me ayudes a resolver un problema. Quiero dar frutas luego del almuerzo de hoy. Por favor, averigua si en la tienda de enfrente tienen frutas frescas.

Alex se esmeró en cumplir con el encargo, y a los cinco minutos estaba de vuelta.

- Bien, ¿qué averiguaste?

- Señor, tienen naranjas a la venta.

- Y, ¿cuanto cuestan?

- ¡Ah!, no pregunté.

- Bien. ¿Viste si tenían suficientes naranjas para todo el personal?

- Tampoco pregunté eso.

- ¿Hay alguna fruta que pueda sustituir a la naranja?

- No lo sé señor, pero creo…

- Bueno, siéntate un momento.

El gerente tomó el teléfono e hizo llamar a Juan. Cuando se presentó, le dio las mismas instrucciones que a Alex, y a los diez minutos estaba de vuelta. El gerente le preguntó:

- Bien Juan, ¿qué noticias me tienes?

- Señor, serían naranjas las suficientes para atender a todo el personal y si prefiere tienen bananos, papayas, melones o mangos. La naranja esta a $1,50 la libra; el banano a $2,20; el mango $2,30; la papaya y el melón a $1,80 la libra.

- Me dicen que si la compramos por cantidades nos dan un descuento del 10%. Dejé separadas las naranjas, pero si usted escoge otra fruta, debo regresar para confirmar el pedido.

- Muchas gracias, Juan. Espera un momento. Entonces se dirigió a Alex, que seguía allí:

- Alex, ¿qué me decías?

- Nada señor... Mmm eso es todo. Con su permiso…”


Trascender es dar lo mejor de ti, en todo momento y en todo lugar.



lunes, 4 de agosto de 2014

No te preocupes



¿Cuántas veces habrás escuchado esto? De parte de tus padres, maestros o amigos, etc.
Siendo sinceros, no tiene nada de malo que pienses en tu futuro, que tengas planes o visión por el mañana. Pero poner tu mirada únicamente en el futuro si puede afectar tu presente.

La culpa, como lo mencionamos en el artículo anterior, no te permite avanzar ni crecer. Si te das cuenta, la culpa es vivir estancados en el pasado. Eventos pasados que por mucho que te culpes o culpes a los demás, no cambiará nada.

Por otra parte, al pensar demasiado en el futuro le llamamos preocupación. La preocupación es pensar tanto en los acontecimientos futuros que te olvidas completamente del presente. ¿Qué haré mañana? ¿A dónde iré la próxima semana? ¿Podré pagar mis deudas el próximo mes? ¿Qué estudiaré el próximo año? ¿Cómo será el mundo en diez años? La preocupación tampoco te conduce a nada; bueno, tal vez te lleve a tener un poco de ansiedad y desesperación.

Vives tan preocupado por el mañana que has olvidado que éste depende de cómo vives tu presente.

Piensa en el pasado, solo en función de aprender la lección y corregir el camino. Piensa en el futuro, solo en función de disfrutar del trabajo y el esfuerzo hecho en el presente.

Planea, esto te ayudará a tener una mejor visión de tu futuro. Seguro que habrá imprevistos, pero con paciencia y esfuerzo podrás salir adelante.

Un viejo adagio chino reza así: “Si tienes un problema que no tiene solución, ¿Para qué te preocupas? Y si tiene solución, ¿Para qué te preocupas?”.

No me mal interpretes, no pretendo que vayas por la vida despreocupado de tus obligaciones. Lo que digo, es que debes darle el lugar y el momento correcto a todo en tu vida.

No permitas que la preocupación por el porvenir te impida disfrutar y aprovechar al máximo tu presente. Recuerda: “El ayer es historia, el mañana un misterio, el hoy es un regalo, por eso se llama presente”.

Trascender es preocuparte menos y esforzarte más.